miércoles, 9 de diciembre de 2015

Expedición a Rennes-Le-Chateau -2.

La Mujer  está parada delante de su escritorio mirando los diferentes mapas antiguos de lugares bíblicos que están sobre dicho mueble que es de madera Pitiribí. También, hay un ejemplar de la Sagrada Escritura, “Nueva Biblia de Jerusalén” de Desclée De Brouwer y otros libros como por ejemplo “Antiguo Testamento” de la Beata Ana Catalina Emmerick.
Observa el mapa que menciona al Monte Sinaí. El inconveniente está en que aún existen dudas en el lugar exacto del Monte Sinaí. Hay tres versiones diferentes del Sagrado sitio y La Mujer tiene  que seleccionar uno de ellos. Y tiene que escoger únicamente a una de las referencias que citan el lugar físico del Monte Sinaí, porque solo en uno de ellos está escondida aún la primera Arca de la Alianza. Ya no contiene el Misterio Sagrado que estaba guardado allí, pero sí, su envoltura. Tampoco tiene la vara de Aarón y otros objetos Sagrados como la copa de los Patriarcas y vasos Sagrados ni las  Reliquias de la familia de Jacob y de José ni los huesos Sagrados. Pero dicha Arca Primera de la Alianza, continúa siendo Santa, Sagrada, por eso es que la escondió el Profeta Jeremías en el Monte Sinaí.
Las palabras de la Beata Ana Catalina Emmerick dicen así:
La misma noche en que Moisés rescató el misterio del cuerpo de José, se construyó la caja en forma de sarcófago, de oro, en la cual se guardó el misterio a la salida de Egipto. Debía ser tan grande que pudiera caber un hombre dentro; debía ser como una iglesia para ellos y un cuerpo. Fue en la misma noche que debían teñir con sangre las puertas. Al ver la rapidez con que trabajaban en esta caja, pensé en la santa cruz, que también fue apresuradamente hecha la noche antes que muriera Cristo en ella. El arca era de chapas de oro y tenía la figura de un sarcófago de momias egipcias. Era más ancha arriba que abajo; arriba tenía la figura de un rostro con rayos de luz y a los costados los espacios de los brazos y de las costillas. En medio del arca se puso una cajita de oro que contenía el sacramento o misterio que Sémola había sacado del sepulcro de José. En la parte inferior se pusieron vasos sagrados y las copas de los patriarcas, que Abraham había recibido de Melquisedec, y heredado con la bendición de la primogenitura. Tal era el contenido y la forma de la primera Arca de la Alianza, que estaba cubierta con un paño colorado y encima otro blanco. Recién en el monte Sinaí se construyó el arca de madera, forrada de oro por fuera, en la cual se encerró el sarcófago de oro con el sacramento o misterio. Este sarcófago no alcanzaba más que a la media altura del arca y no era tampoco tan largo como ella; había aún lugar para dos pequeños recipientes, en los cuales había reliquias de la familia de Jacob y de José, y donde más tarde entró la vara de Aarón. Cuando esta Arca de la Alianza se colocó en el templo de Sión, sufrió cambios en su interior: se sacó el sarcófago y se puso en su lugar una figura pequeña del mismo, hecho con una materia blanca.
Desde niña había visto muchas veces el arca y todo lo que ella contenía por dentro y por fuera, como las cosas que se iban añadiendo. Solían poner adentro todas las cosas sagradas que conseguían. Con todo, no era pesada pues se podía llevar con facilidad. El arca era más larga que ancha; el alto era igual que el ancho. Tenía abajo una moldura sobresaliente como pie. La parte superior tenía un adorno de oro muy artístico de medio codo de largo; aparecían allí pintadas flores, volutas, caras, soles y estrellas. Todo estaba muy bien trabajado, y no sobresalía mucho sobre el borde superior del arca. Debajo, al final de los costados, había dos anillos donde se ponían los palos de las andas. Las demás partes del arca estaban adornadas con toda clase de figuras de madera de color, maderas de Sitim y oro. En medio del arca había una puertecita pequeña, que no se notaba casi, para que el sumo Sacerdote pudiese sacar y volver a poner el sacramento o misterio cuando estaba solo para bendecir o profetizar. Esta puerta se abría en dos hacia el interior y era de tal modo que podía el sacerdote meter su mano. La parte por donde corrían los palos de las andas estaban algo elevadas, para que dejaran descubierta la puerta. Cuando se abrían ambas hojas hacia adentro, se abría al mismo tiempo el dorado recipiente, rodeado de cortinas, como un libro, mostrando el sacramento o misterio que allí estaba. Sobre la cubierta del arca se levantaba el trono de la gracia. Era una plancha cubierta de oro que contenía huesos sagrados, grande como la misma tapa, sobresaliendo sólo un poco de ella. De cada lado estaba sujeta con cuatro clavos de madera de Sitim, que entraban en el arca, y de tal manera, que se podía, a través de ellos, ver el interior. Los clavos tenían cabezas como frutas; los cuatro tornillos exteriores sujetaban los cuatro lados del arca; los cuatro interiores se perdían adentro.
A cada lado del trono de la gracia estaba sujeto un querubín del tamaño de un niño. Ambos eran de oro. En medio de este trono de gracia había una abertura redonda, como una corona, y del centro subía una pértiga que terminaba en una flor de siete puntas. En esta pértiga descansaban la mano derecha de un querubín y la izquierda de otro, mientras tenían extendidas las otras dos manos. Las alas derecha del uno e izquierda del otro se unían elevadas y las dos alas restantes caían sobre el trono de gracia. Las manos extendidas de los querubines estaban en posición de advertir y avisar. Los querubines estaban sobre el trono de gracia apoyados con una rodilla; las otras, sobresalían del arca. Sus rostros y miradas estaban vueltos hacia fuera del santuario, como si temieran mirarlo. Llevaban un vestido solo, de medio cuerpo. En los largos caminos se solía sacarlos de sobre el arca y llevarlos aparte. He visto que arriba, donde terminaba la pértiga en siete puntas, quemaban los sacerdotes en el fuego una materia oscura, como un incienso sagrado que sacaban de una caja. He visto también que a menudo salían rayos de luz del interior hacia el exterior de la pértiga y otras veces bajaban del cielo rayos de luz que estaban adentro. Otras veces, luces a los lados, indicaban el camino que debía recorrerse en las peregrinaciones. Esta pértiga entraba en el interior del arca y tenía unos sostenes, de donde estaban suspendidos el vaso de oro del sacramento o misterio y sobre él, las dos tablas de la Ley. Delante del sacramento colgaba un vaso del maná.”

Llaman a la puerta de entrada de su hogar y camina hacia el living, mientras a través de las cortinas blancas que cubren el ventanal, que es una puerta-balcón de 2x2metros, ve que es Ricardo quien llama. Abre e invita a pasar.
Ricardo mira sonriente los mapas, libros, Ordenador, fotos satelitales que hay sobre el escritorio.

-¿Cómo va todo?- Pregunta.

-¡Tengo un peludo! ¡Disculpa por favor! ¡Qué grosera soy! –Exclama pronto La Mujer colocando su mano derecha sobre su rostro.

-No es nada. No se preocupe. Creo que debe estar un poco mareada con la decisión que tiene que tomar – Comenta riendo él – Para que usted haya dicho esa palabra. Que para mí es lo más común, pero sé que su forma de expresarse no es esa.

- Es que no existe una seguridad del ciento por ciento del lugar exacto del Monte Sinaí. Sólo versiones. Y si miramos este mapa –Señala uno de ellos –  “Puede” ser el que más adictos tiene. Es decir el más común. Pero dicha señalización no es segura. Aquí tienes este otro mapa con vías alternativas 


 Pero supongamos que acepto éste lugar – Señala el primer mapa- La base de Monte Sinaí, es muy extensa. Mi pregunta es ¿En qué lugar de ese amplio Monte, escondió Jeremías el Arca? Y miremos este otro mapa.

La Mujer señala uno separándolo del resto de los demás mapas.

-Cuando el Profeta Jeremías dio la orden de retirar el Arca de Jerusalén y esconderlo en el Monte Sinaí, los que realizaron tal traslado, tienen que haber caminado más o menos 509 kilómetros. Es lo que hay desde Jerusalén al Monte Sinaí. Y tal trayecto se hizo en secreto. Entonces  si recorrió de Norte a Sur directo, pienso, quiero creer que no estuvieron revisando tooodo el Monte para enterrar la Sagrada Arca. Lo lógico es que buscaron sí, eligieron un lugar perfecto, pero tiene que haber sido del lado de la cara que da a la ruta que ellos venían caminando. Es decir Norte-Sur ¡Y ni hablemos de las rocas de diferentes tamaños que se hallan en todo ese lugar físico!

-Pero el Arca era grande, ¿Cómo la escondieron? – Pregunta Ricardo.

-Bienvenido a preguntas sin respuestas. Si hallo una posible manera de cómo fue su escondite, entonces puedo hallar el lugar de dicho escondite. Sucede que me molestan mucho esas piedras que están en el Monte. Creo que tiene que existir una cueva profunda y grande para guardar allí el Arca. Y la tapiaron.

-¿Cómo la cueva de Elías?

-Fue una  gruta, otros denominan caverna donde descansó el Profeta Elías. Allí hay una capilla. Y está a mitad del camino a la cima del Monte. Pero no. Tiene que ser mucho más grande. Tienen que  haber podido ingresar las cuatro personas que llevaban el Arca y dejarla en suelo seguro, firme. El Arca de por sí, ya ocupa bastante espacio.

-¿Quiénes escondieron el Arca allí?

-La tribu de Leví era la encargada de llevar sobre sus hombros el Arca Sagrada. Desde un principio Dios eligió a dicha tribu para ser donada a Aarón y sus hijos que fueron Sacerdotes. Esta tribu de Leví a su vez tenía clanes que fueron los Queatitas, Guersonitas y Meraritas. Clanes y familias de cada uno de ellos, fueron elegidos por Dios, para prestar servicio a la Tienda del Encuentro y todo su contenido.  Los Queatitas eran los encargados de llevar sobre sus hombros la carga Sagrada, pero no podían mirar ni tocar las cosas Sacratísimas. Y luego llevaban y custodiaban el Arca de la Alianza. Lo hicieron hasta el tiempo de Herodes. Mira estos mapas. 


Y profundizando con google earth, después de horas y horas de estudiar, mirar y observar de diferentes puntos, noté algo muy, pero muy muy llamativo. Como me costaba creer lo que creo que es, volví a revisar paso por paso toda esa zona del Monte y me costó hallar de nuevo lo que pienso que es.

-¿Y qué es? – Pregunta Ricardo mirando los mapas.

-…Creo que es una cueva….







Continuará.