lunes, 19 de enero de 2015

Mi voz serà callada, pero mis manos hablaràn

(Viene de entrada anterior)
- Hay unos edificios que están en la señal norte de la Rotonda y allí está nuestro convento Franciscano. Allí vivimos los Frailes que estamos encargados del Santo Sepulcro. Estos edificios componían la sede del Obispo de la Iglesia, es decir el Patriarcado Constantino, que al día de hoy, de ese magnífico edificio, se conservan las paredes de la planta y de la primera, ubicada a 11 metros de altura. Nuestro deber es custodiar en Tierra Santa, todos los lugares que Jesús con su divina presencia, consagró. Esta misión nos fue encargada por la Santa Sede desde el año 1342 y es en memoria de la visita profética de nuestro queridísimo San Francisco, al sultán  Melek el-Kamel. Este Sultán era quien gobernaba en esos tiempos, Tierra Santa. Y a pesar de las penosas, duras cruzadas, pudo reunirse con dicho Sultán. Dicho encuentro fue beneficioso ya que dio inicio a nuestra presencia franciscana en Tierra Santa. Nuestro fundador, San Francisco  y  nosotros, los Franciscanos, es decir Frailes Menores, como se nos conoce aquí, veneramos la encarnación de Jesucristo. Y consideramos que no hay encarnación si no se realiza en un lugar. Por eso amamos esta tierra tan Bendita, porque significa, amar a Jesús. Y por amar de una manera tan especial al Evangelio de Jesús y a su encarnación, es que la Santa Sede nos encargó la misión de Custodiar estos lugares tan Sagrados.
- Y ¿Cómo la custodian? – Pregunta La Mujer.
- Conservando las estructuras de estos Santos espacios. Necesitamos que la función sea correcta. Recibimos a los peregrinos que vienen y les
 Brindamos asistencia ofreciendo guía espiritual y muchas casas, donde poder hospedarse, en varios puntos Santos. Por ejemplo Casa Nova, aquí en Jerusalén, pero también en Belén, Tibiares, Cafarnaúm.  También atendemos las parroquias que están en los Santos Lugares. La pobreza se presenta de muchas maneras y nosotros ayudamos a combatirla por medio de construcción de viviendas y  escuelas. Nuestra vida en el Santo Sepulcro, está ocupada por las diferentes liturgias sea de día y de noche. Los peregrinos católicos pueden, desde nuestro Convento, llegar a la sala de los Cruzados y allí, ser partícipe en la celebración de la Santa Misa. Nuestra misión es que el peregrino o peregrina que acude a esta Tierra Santa, “palpite” la vivencia de la vida de Jesús.  Aquí, todo lo que nos rodea, nos habla de Dios y de Jesucristo. Las piedras que fueron rescatadas, nos trasmiten la “vida” de aquellos tiempos.
En esta Tierra Santa estuvo el Arca de su Alianza con su pueblo elegido. El Profeta Samuel, unge con oleo Sagrado a uno de los Reyes más querido por Dios y fue el Rey David. Aquí, en ésta Tierra Santa, están los testimonios de los textos bíblicos. Sea del Antiguo Testamento como del Nuevo Testamento. El peregrino que recorre las calles y visita los lugares donde estuvo Jesús y realmente “vive” el Evangelio que los Apóstoles nos trasmitieron, ese peregrino o peregrina, es tocado por la Gracia del Señor para que en su vida haya vida espiritual. No será un turista más que quiere conocer esta tierra como si fuese de turista a conocer otro país de Medio Oriente. El Muro de los Lamentos, está ahí presente en toda su historia hasta el día de hoy. También nosotros, gracias al Padre Virgilio Corbo, nuestro querido arqueólogo, podemos tener y mostrar al mundo los hallazgos de su trabajo incansable. Tenía 10 años cuando llegó aquí, como alumno del seminario menor de la Custodia de Tierra Santa. Desde 1940 al 1943, vivió en Emmus el-Qubeibeh y realizó sus tempranas experiencias en excavaciones arqueológicas, intensificadas por los rastreos arqueológicos en los terrenos adyacentes al Monasterio. Primero  investigó los Monasterios Bizantinos del desierto de Judas, del cual basó la  tesis para su licenciatura en el Instituto Pontifico de estudios orientales de Roma. La tesis, la tituló “Las excavaciones de Khirbet Siyard el-Ghanam. Es decir, campo de los pastores, y los Monasterios de los alrededores”. Fue publicada en el año 1955, en el Collectio Maior dello Studium Biblicum Franciscanum. Se dedicó a las investigaciones arqueológicas  en el Monte de los Olivos, en la gruta de los Apóstoles de Getsemaní. El año 1960, fue el comienzo de su actividad como arqueólogo experto en el Santo Sepulcro. Es que la Custodia de Tierra Santa, le encargó dirigir las tareas de excavación programadas para la restauración de las partes católicas de la Basílica del Santo Sepulcro. Se tenía que restaurar la Basílica, entonces, las tres comunidades que oficiaban en el Sepulcro, es decir, Griega, Armenia y católica, se pusieron de acuerdo, para iniciar dicha obra. De esta manera, se obtuvo los análisis profundos de las estructuras y realizar las excavaciones arqueológicas necesarias. La noción actual de la Basílica y su estructura arquitectónica lo tenemos gracias a esos estudios. Siempre había sido interés de muchos estudiosos, pero se tenían pocas nociones seguras  para una reconstrucción de las obras realizadas hasta el siglo XX.  Las reconstrucciones se hacían en base de los testimonios que peregrinos decían haber visto. También, cerca del Convento Ruso, se hallaron restos del acceso al Martyrium Constantino y esto llamó la atención de los arqueólogos. Fue en el año 1844. El Padre Corbo, basó sus investigaciones en los estudios recogidos y escritos de los Padres Dominicos Louis Vincent y Félix Abel, titulado “Jerusalén Nouvelle”. Fueron publicados en el año 1924 y 1926. La propuesta de ellos, fue un plano reconstructivo del Sepulcro Constantino. Las atractivas, tentadoras investigaciones arqueológicas que el Padre Corbo realizó en la Basílica del Santo Sepulcro, las fue publicando en la revista científica “Liber Annus”. Los 20 años de investigación que realizó en el Sepulcro, el Padre Corbo los dividió en tres volúmenes. Uno es de texto. Otro es de tablas de dibujos y de las reconstrucciones y el tercero es de las fotografías. Fue publicado en el año 1982 y el título es “El Santo Sepulcro de Jerusalén. Aspectos arqueológicos desde los orígenes hasta el periodo cruzado”.  Un rico manantial de información, sea como observador calificado de cada trinchera excavada en partes comunes, o las excavaciones que dirigió  él, como también sus observaciones en las zonas que estaban muy reservadas a las otras comunidades.
La Mujer toma la tetera y vuelca el líquido caliente en el vaso alto de vidrio del Cura y con suave sonrisa se lo alcanza. El acepta moviendo afirmativamente su cabeza.
- Toda la historia de Tierra Santa me apasiona. Y los descubrimientos arqueológicos mucho más. ¡Ah! ¡Si hubiera podido estar en esas campañas de investigación! ¡Cada descubrimiento! ¡Cada búsqueda!...pero, discúlpeme. Cuando comienzo a hablar sobre Tierra Santa, olvido todo lo demás. La estoy cansando.
- Todo lo contrario Padre Gazanega. Estoy muy atenta a sus palabras. Continúe por favor.
El Sacerdote bebe ávidamente el suave líquido y recostándose en la silla continúa su charla.
- Esas investigaciones fueron divididos en cuatro capítulos. Uno es el sitio del Gólgota-Calvario antes de Constantino  El Grande. Dos, los edificios constantinos. Tres, la gran restauración de Constantino Monomaco en el siglo XI  y cuatro, la transformación Cruzada. El Padre Charles Coüsnon, que fue el arquitecto de la comunidad Latina y encargado de seguir las restauraciones de la Basílica, tenía una hipótesis -    muy aceptada diré, por los estudiosos -  de las columnas que componen la Rotonda del Anastasis. Y es que las dos columnas originales que se han conservado desde tiempos de Constantino, serían dos mitades de una columna pero más alta, que perteneció al pórtico del templo romano del Emperador Adriano. El Padre Corbo que analizaba los hallazgos y estructuras que iba hallando, no estaba de acuerdo. Declara haber encontrado restos de la triple celda del templo dedicado a la triada Capitolina. Nuevos estudios, aceptarían que el templo construido sobe la Tumba y el Gólgota, sería de Venus-Afrodita.
Pero donde adquirió más fama el Padre Corbo, fue en las 19 campañas de excavaciones en el lago Tiberiade. En Cafarnaúm, donde restituyó la casa del Apóstol Pedro. Lugar de culto de los primeros cristianos. Fue en el año 1968.

Pero también realizó otras importantes investigaciones arqueológicas en la Fortaleza del Herodiòn, del año 1962 al 1967 y en el Monte Nebo, del año 1963 al 1970.
Desde el año 1516 hasta el año 1629, los Franciscanos fuimos los principales propietarios en los Santos lugares de Tierra Santa. Al conquistar los Turcos, Constantinopla, en el año 1453, el Patriarca Griego se convirtió en súbdito del imperio, entonces se le otorgó gran jurisdicción sobre todos los fieles de rito Greco-Ortodoxo del imperio Otomano. Las conquistas Turcas fueron creciendo y en el año 1516, también la obtienen sobre los cristianos de rito Ortodoxo de Tierra Santa. A nosotros, los Franciscanos se nos acusaban de ser espías de las potencias extranjeras y comenzaron las grandes dificultades y se tuvo que solicitar ayuda a los Embajadores de las potencias Europeas para hacer valer nuestros derechos. Rusia apoyaba a los griegos y los Santos lugares se transformaron en pago de cambio. Eso sucedió desde el año 1690 al 1757. La alianza que tenían Rusia y Turquía, tuvo consecuencias en el tema de los Santos lugares y en el año 1852, el Sultán consagró el Status Quo. Dicho status aún existe y se respeta ya que así se puede resolver disputas y litigios. En realidad el Status Quo, ayuda mucho, cuando la propiedad  es común a varias confesiones cristianas. Aunque, por muchos siglos, las diferentes comunidades cristianas, vivieron bajo el dominio Islámico muy juntas, a pesar de que existe una gran diferencia de dogmas, lenguas y ritos.
- Pero existen divisiones para las comunidades.
- Si. La Custodia de los Griegos abarca el Calvario, la Roca en que se levantó la Cruz de Jesús, la piedra de la Unción del cuerpo de Jesús y el acceso al  templo donde se hallaba su tumba. En el Katholicòn, se encuentra el Ònfalo. Algunas referencias bíblicas consideran el centro del mundo.
A los Franciscanos, como le dije anteriormente, la Santa Sede, nos encarga la Custodia de Tierra Santa. Nuestra es la Capilla de la Crucificaciòn, junto al Calvario y los oratorios consagrados donde Jesús resucitado se apareció a su madre, la Virgen María. Hay otra gruta donde veneramos el lugar donde Helena, la madre del Emperador Constantino, descubrió la Santa Cruz.
Los Armenios tienen la Capilla de Santa Helena.
Los Coptos, es decir, los cristianos de Egipto, tienen una pequeña capilla  detrás del templete que tiene la Tumba de Jesús. Ellos adoran la parte exterior de la piedra en la que reposó la cabeza de Jesús  muerto.
Los Etíopes, tienen el tejado de la Iglesia del Sepulcro. Existe una discusión con los Coptos por dicho terreno. En la Pascua del año 1970, ocuparon el espacio de esa terraza que era controlada por los Coptos y les cambiaron el cerrojo. Desde ese momento, un monje Copto hace guardia.
Y los Sirios, que es la comunidad más antigua en Tierra Santa. Custodian la Capilla que da a la entrada de la tumba de José de Arimatea.
El Sacerdote queda unos instantes en silencio mirando a La Mujer.
- Me informó el Padre Scorza que usted detesta la mentira, la falsedad. Dígame, usted tiene conocimiento del tema desarrollado ¿Verdad?
- Si  – responde suave La Mujer.
- Me di cuenta por su silencio. ¿Por qué permitió que le contara lo que usted ya sabía?
- No lo tome a mal por favor. Si oculté mi conocimiento fue por respeto hacia usted.
- Tiene espíritu de humildad. Eso es muy bueno. Le confieso que me está comenzando a agradar.
- Usted me invitó  a saborear este sabroso té. Permítame invitarlo a compartir conmigo el almuerzo.
- Con mucho gusto. Será un placer. En el restaurante de aquí hay unos platos que le aconsejo que pruebe. Será una delicia, ya verá. Venga, vamos por aquí
Ambos se levantan y caminan hacia el restaurante.