El otro dìa, mientras estaba sentada en el jardìn de mi casa, recostada mi cabeza sobre el borde del sillòn, mirè el cielo y vi aparecer unas nubes que me invitaron a fotografiarlas. El tiempo transcurrido fue de dos horas y media. ¡Y què cambio de formas! Aquì se las entrego para que ustedes tambièn puedan apreciar su belleza.